domingo, 11 de febrero de 2018

Dark Souls III SÍ era necesario.



Estoy a punto de terminar Dark Souls III. A falta de los DLCs para los que no estoy ni mucho menos preparado, me falta un sólo boss para acabar el que parece a todas luces el último juego de la saga. Y es extraño, porque casi todo el mundo adora este juego, pero los argumentos en contra son más que legítimos: no innova en casi nada (Todo sale de Los juegos anteriores), y tiene toneladas de fanservice, lo que lo convierte, más que en una secuela necesaria para redondear la saga, en un ripoff pulido de todo lo anterior para que el fan salga contento y con la sensación de que ha invertido bien su dinero. Pero repasando lo que había jugado, y especialmente repasando su banda sonora, me he dado cuenta del último truco en la chistera de Miyazaki: ha utilizado el fanservice como argumento final a favor del tema que trata su saga.

Esto puede resultar un poco caótico porque va sin guión y lo estoy escribiendo nada más se me ha ocurrido, pero trataré de explicarme.

¿De qué va exactamente Dark Souls? Sí, más allá de Gwyn, de Izalith, de Seath, de Londor, de Lucatiel, de Vendrick, de Yhorm, de Aldritch, ¿cuál es el tema tras todo esto? La idea fácil es "la muerte", y sí, todo se muere, y el que más el propio jugador, pero no exactamente. El tema es la entropía. Esto hace referencia al desorden molecular en un sistema, o sea, a que las cosas estables no lo son tanto y acabarán por desaparecer, y la entropía SIEMPRE AUMENTA. Todo avanza irremediablemente hacia su propia decadencia, y la putada de la muerte no es morir, es la conciencia de morir y del camino que lleva hasta allí. Todo, absolutamente todo, está condenado a envejecer y morir.

Eso incluye a la propia saga.


Dark Souls III lo ejemplifica bien con Aldritch. El devoradioses es infame por sus ataques mágicos a distancia, que pueden matarte sin ni siquiera poder acercarte a él. Tiene poderes mágicos extraídos de Gwyndolin, Priscilla y Nito. A los dos primeros se los comió, y al tercero le quitó una parte de su propio ser. Y sí, eso es fanservice, pero si le das la vuelta, dentro del propio argumento queda claro que han muerto, y no van a volver. Más vale que te prepares para decir adiós.


Porque de eso va, por eso el fanservice. El juego está dándote un último paseíllo por su propio lore para que te despidas y sigas adelante con tu vida. Los Señores de la Ceniza no se piran porque sean unos vagos de mierda, simplemente han mirado a su alrededor. Todo está aún peor que antes y por tanto su sacrificio no ha servido para nada. Llamar a los latentes es la última esperanza de mantener el mundo, y aquí el toque maestro. No sólo se trata de mantener el mundo ficticio, sino también la saga en sí en el mundo real. No es casual que los Latentes sean los propios jugadores y su misión sea buscar a esos señores que no quieren perpetuar ese mundo, y por tanto la saga. La gente quería más, sobre todo después de la decepción general que supuso Dark Souls II por "no ser lo mismo". Ahora te dan lo mismo, pero sólo para decirte que se acabó, que esta lucha ha dejado de tener sentido.


Y eso lleva al duelo final, a su segunda fase, a esas tres notas, las más memorables de toda la saga. El último boss es una encarnación de todos los que enlazaron antes la Primera Llama, y eso incluye de nuevo a Gwyn, y sus notas. El fanservice a tope, únicamente para volver a matarlo. Enlazar la Llama realmente es el final malo porque la llama resultante es más tenue que nunca. Ya no hay combustible para que nada pueda crecer ahí.



Dark Souls III es un último viaje glorioso porque la saga se lo merecía, pero precisamente por eso el jugador debe aceptar el acuerdo tácito de aceptar que también en la ficción las cosas deben acabar. La saga va de eso, al fin y al cabo, no de la muerte, sino de su inevitabilidad.




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