jueves, 3 de septiembre de 2020

Una carta de amor sobre Violet Evergarden

 

Queridos lectores:

Ha pasado bastante tiempo, ¿no os parece? De hecho acabo de echar un vistazo al blog y pone que no he publicado nada desde el 14 de abril. Eso son más de 4 meses. Aún me acuerdo de cuando dije que iba a contribuir a aquel clima de principios de la pandemia de contribuciones desinteresadas al catálogo de cultura de la gente con al menos una reseña a la semana. Siento no haber podido cumplir esa promesa, aunque supongo que es lo que pasa cuando la realidad de pasarme 100 días consecutivos en una casa en la que nada parece ir bien acabó por alcanzarme. Son las 4 de la mañana cuando estoy escribiendo esto, he tenido un año en el que he estado cansado y agrio demasiado tiempo y siento que estoy hecho un desastre en todos los sentidos.

Pero estos días también he estado viendo un anime maravilloso llamado Violet Evergarden.

Este anime cuenta la historia de Violet, una chica que, después de abandonar el ejército tras una guerra (y perder sus brazos, por lo que los tuvo que sustituir por brazos mecánicos), se une a una empresa de correos como muñeca de recuerdos automáticos, ayudando a cualquiera que solicite sus servicios a escribir sus cartas. En cada uno de los 13 episodios, Violet debe escribir una serie de cartas para distintos clientes. Esto no es sólo para hacer una adaptación a película de imagen real casi imposible, sino que implica que la única conexión entre todos y cada uno de los episodios es la propia Violet, la cual crece y se ve influenciada por todas esas experiencias, porque es una de esas historias de crecimiento personal. Pero eso entraña un problema y es que el conflicto debe ser puramente interno, ¿y cuál es?

Bueno, ¿qué pasa cuando escribes una carta? Especialmente una carta dirigida a una sola persona. Bueno, para hacerlo simple, pones tus sentimientos en papel, para que queden como objetos permanentes. El trabajo de una muñeca de recuerdos automáticos no es sólo escribir para aquellos que no saben, sino ayudar a trasladar las emociones de los demás cuando ellos no pueden. Violet, debido a sus experiencias en la guerra, no sabe procesar esos sentimientos. También tiene como 14 años, lo que la califica como niña soldado, así que os podéis imaginar el peso de ciertos gestos y palabras en ella. Os prometo que este anime ha cambiado mi forma de pensar sobre la palabra "precioso".

Violet Evergarden parece un anime simple y ñoño y en parte lo es, pero hay que tener en cuenta dos cosas: es una historia, primero, sobre una persona incapaz de entender sus propios sentimientos que aprende a base de entender las emociones de los demás; y segundo, sobre una niña soldado y veterana de guerra que intenta reintegrarse en la sociedad cuando ni siquiera pudo ser parte de la sociedad en primer lugar. Por eso mismo el conflicto que se termina al final con una facción que quiere continuar con la guerra no contempla en absoluto lo político, sino que es puramente emocional: alguien que no puede escapar de las cicatrices de la guerra frente a Violet, que intenta eso mismo con todas sus fuerzas, por mucho que pueda doler.

Un personaje como Violet es increíblemente complejo y la voz es un componente incluso más importante de lo que ya lo suele ser en un anime. Sé que esto de sub vs dub es un tema polémico, pero Erika Harlacher (la voz de Ann Takamaki en Persona 5 o Yumeko Jabari en Kakeguri) hace un trabajo de doblaje tan espectacular que no puedo evitar recomendar que veáis este anime en inglés. Añade todo un rango de sutiles emociones debajo de una capa de monotonía, que además debe ir eliminando poco a poco, episodio a episodio, conforme Violet empieza a comprenderse a sí misma gracias a las historias con las que se encuentra. Sólo por este arco de personaje el anime merecería la pena, pero hay algo especial por lo que Violet Evergarden resuena conmigo.

Gracias al cielo, no he estado involucrado en ninguna guerra, pero tengo un problema similar al de Violet cuando empieza esta historia. No es que no sea capaz de entender las emociones de los demás, pero algo me dice que la intensidad con la que yo experimento esas emociones no está bien ajustada, como que siempre me quedo corto. Tengo la impresión de que sólo sé estar serio, no sé por qué, pero por eso entiendo los problemas de Violet. Yo qué sé, lo mismo a un nivel subconsciente esa es la razón por la que quise meterme en el negocio de estudiar narrativa. Porque las historias, como las cartas, sirven para entregar sentimientos.

Espero que esta carta os encuentre bien a todos. Seguro que yo no soy el único que ha pasado una temporada bastante particular de sus vidas estos meses y quiero que sepáis que, si habéis perdido 10 minutos de vuestro tiempo en leer esto, os doy las gracias. Yo seguiré aquí buscando historias de las que hablar y, si por el camino encuentro la causa de mi problema tal y como la encontró Violet, mejor que mejor.

Con mis mejores deseos.

Torgue.