jueves, 14 de noviembre de 2019

Gran Turismo Sport y la buena educación.


Gran Turismo es una saga que se ha ido enfriando con los años. La quinta entrega casi se carga su reputación y la sexta intentó remontar pero se encontró con el nuevo problema de las microtransacciones, así que tampoco es que recuperase demasiado el mojo que tenía en Gran Tursimo 4. Así que Polyphony digital decidió hacer algo distinto: un eSport.

Para ello, se aliaron con las mejores marcas del mundo del motor y con la FIA, con el objetivo de crear el eSport de motor definitivo. Y lo han conseguido. Ha habido sacrificios por el camino (Circuitos míticos de la saga, como Trial Mountain, no se parecen a lo que la FIA reconocería como un circuito aceptable y por eso no están) pero por fin todos los coches están presentados como tienen que estar y la jugabilidad ha mejorado muchísimo.
No solo el comportamiento de los coches se parece por fin un mínimo a lo que debe de ser conducir un cacharro de esos en la vida real, sino que coge bien partes muy importantes de los deportes de motor que quizá otros no tengan tan presentes: la estrategia de las paradas en boxes, por ejemplo, o intentar no tocarse ni salirse de la trazada. Que sí, que es básico, pero sólo había que meterse en un lobby de Forza Motorsport 7 hasta hace medio año para saber que eso no era la prioridad de todo el mundo.

Precisamente en la normativa y los emparejamientos de Gran Turismo Sport está su genialidad. Este juego es muy exigente con las penalizaciones, pero de eso hablaré más adelante. Aparte de esto, tenemos la mejor idea desde la ausencia de deathmatch en Overwatch: un matchmaking que empareja a la gente por deportividad primero y por habilidad después. Sí, efectivamente. La magia de este juego es un sistema online en el que el buen comportamiento es un valor numérico cuantificable que sirve para clasificarte como jugador con un valor igual o superior a lo rápido que se es.

Esto se hace para evitar a los típicos domingueros que siempre te puedes encontrar en una carrera online, más centrados en embestir que en competir en serio. En lobbies bajos las penalizaciones de 7 segundos no son poco comunes. La gente que se sale de pista porque no se sabe las zonas de penalización, tampoco. Como pega se puede poner que es un juez automatizado así que tiene el mismo problema que los algoritmos de YouTube: le da igual el contexto. Me ha pasado que un centímetro más allá de la zona marcada sin influencia en el tiempo supone una penalización, o que un toque sin mayores repercusiones para la persona que tengo delante me obliga a cumplir con 2 segundos de penalización. Lo mismo pasa con la clasificación de deportividad. Un sector perfectamente limpio supone una subida de la valoración de la deportividad, pero cualquier mínimo toque, por irrelevante que sea, supone una bajada.


Esto me ha hecho darme cuenta de ciertas cosas sobre cómo es de verdad una carrera. Yo siempre he visto deportes de motor y jugado a videojuegos de carreras, pero cada vez que había una pelea me extrañaba de por qué simplemente no se adelantaban y ya está, por qué el coche de atrás tenía que estudiar la trazada del rival. Esto es porque era imbécil y en los juegos no hay ninguna consecuencia por adelantar a lo loco. Ahora o sé: aunque son distintas, en las carreras también hay normas de tráfico y están hechas para que todo el mundo pueda continuar la carrera. La manera ral de adelantar consiste en tener una  mejor trazada y una mayor velocidad de forma consistente durante varias curvas y sólo adelantar aprovechando errores en la trazada del contrario, que por supuesto puede cerrar su trazada para impedirte el paso de forma limpia. Ahora, si golpeo a alguien por detrás y lo echo de la pista, no sólo me enfado por la penalizacion, me siento mal porque le he arruinado la carrera a otra persona.

Los juegos de coches son una de esas cosas que o estás dentro o no lo estás, pero recomiendo Gran Turismo Sport porque es uno de los pocos modos online en los que las buenas maneras no son la anomalía, sino que son la norma. Y en estos tiempos en los que hay que estar todo el tiempo enfadado, tener que concentrarse en ser educado y hacer las cosas bien es un respiro.